¿Qué es y cuánto cuesta instalar un cargador de coche eléctrico?

Existen dos tipos de carga doméstica para el coche eléctrico. Uno de ellos es el enchufe doméstico, y el otro, wallbox. ¿De qué se trata?

La carga doméstica es el procedimiento más extendido para recargar la batería de los coches eléctricos (VE). La mayoría de las cargas se realizan en casa, porque es la mejor manera de aprovechar las horas de descanso nocturno en las que no se utiliza el coche y, sobre todo, beneficiarse de las tarifas valle en el precio de la luz.  

El sistema de recarga en el domicilio puede ser de dos tipos: en un enchufe doméstico estándar, al que se conecta un cable suministrado con el coche o bien usando un cargador de pared especial. 

Cargar el coche en casa: enchufe doméstico

La primera opción es la más económica, puesto que no necesita una instalación en el garaje. En todo caso, se recomienda revisar y adecuar la instalación eléctrica para garantizar la seguridad del enchufe de conexión y también la potencia contratada. Así, se evitarán problemas de sobrecalentamiento o superar la capacidad de la instalación. 

No obstante, los propios cables que suministran los fabricantes de coches limitan la intensidad de carga (entre ocho y 10 amperios) para evitar este tipo de problemas. De cualquier modo, se trata de una carga lenta, ya que los enchufes normales suministran poca potencia (a partir de 2,3 kW). La carga tardará muchas horas en completarse.

Wallbox: ¿qué significa?

La mejor manera de rentabilizar un coche eléctrico es recargarlo en el propio domicilio. Eso sí, hará falta disponer en casa de un garaje, ya sea privado o comunitario, donde poder instalar un cargador doméstico. 

Wallbox (caja de pared, en inglés) es el nombre genérico para una instalación específica para cargar coches eléctricos que se adosa a la pared. Permite suministrar una potencia del orden entre 7,4 y 11 kW, mayor que los enchufes normales que por lo general proporcionan unos 3,68 kW. 

¿Cuánto cuesta montar un wallbox?

En cuanto a su precio, es variable según las características del edificio y de su instalación eléctrica, pero como media suele oscilar entre los 800 y los 1.500 euros. Tanto las administraciones locales como las propias marcas de automóviles facilitan ayudas económicas para su montaje, por lo que resulta una inversión moderada que se amortizará con facilidad. 

Sin embargo, los clientes, ya sea un particular en su domicilio o las empresas en sus centros de trabajo, se pueden beneficiar de facilidades y descuentos que ofrecen las propias marcas de coches eléctricos para fomentarlos. El plan Moves III también subvenciona parte de este gasto.

En ambos casos, la carga se realiza con corriente alterna (AC), que es la que suministran a la red las centrales eléctricas. Su baja potencia, entre 3 y 7 kW, y la necesidad de adecuarla para su almacenamiento mediante un transformador (integrado en los coches eléctricos) alarga el tiempo de conexión en torno a las ocho horas hasta conseguir una carga completa de la batería.  

¿Cuánto cuesta cargar un coche eléctrico?

El coste de una recarga también es variable y depende de diversos factores, como el tipo de contrato que se tenga con la empresa suministradora de energía y también de la tarifa horaria aplicada. El precio medio actual de la luz es de 0,50 euros/kWh, pero si se aprovechan las horas nocturnas para cargar la batería, baja hasta 0,37 kWh.

Con lo que recargar un coche eléctrico mediano, como por ejemplo el popular Kia e-Niro, costará 24 euros, con los que podrá recorrer una distancia de hasta 463 kilómetros.

Puntos de carga públicos

Otro caso diferente es recurrir a los postes de carga públicos que suelen encontrarse en aparcamientos, grandes superficies o en las propias gasolineras convencionales. Generalmente se trata de cargadores de corriente continua (DC), mucho más potentes (entre 43 y 350 kW) y que ya no necesitan la conversión mediante un transformador para almacenar la energía en la batería.  

La diferencia de tiempo en cargar entre ambos sistemas es muy grande, entre 20 y 50 veces más rápida. Las horas que se necesitan en casa para recuperar la autonomía se convierten en minutos si se utiliza un cargador de corriente continua. 

Sin embargo, recurrir a un cargador público es por ahora de una práctica menos extendida entre los usuarios de coches eléctricos. Sobre todo, por las dificultades que supone todavía su escasa cobertura y porque suministran una electricidad más cara. Además, a menudo exigen una tarjeta de acceso específica (diferente par cada compañía eléctrica o distribuidora) para realizar y pagar la recarga. 

En los casos de recurrir a la recarga en postes públicos, será casi imprescindible planificar los desplazamientos y utilizar las aplicaciones existentes para localizar los puntos de carga, conocer su disponibilidad y reservar sus servicios.  

Tipos de conexión, diferentes e incompatibles

Además, cuando se usan los potentes cargadores rápidos, se recomienda alcanzar como máximo el 80% de su capacidad. El motivo es que el almacenamiento de energía es mucho más lento en el tramo final de la carga y somete a la batería a un sobrecalentamiento que, a la larga, la puede dañar. Asimismo, hay que evitar en lo posible que se agote por completo. Para preservar su eficacia a lo largo del tiempo, lo ideal es mantenerla siempre entre el 20% y el 80% de su capacidad. 

Otro quebradero de cabeza para los usuarios de coches eléctricos lo causan los propios sistemas de recarga. Como pasó con la llegada los móviles, los fabricantes utilizan sistemas incompatibles entre sí y que sólo sirven para unos modelos determinados de coche. Las tomas más habituales que se utilizan para recargar los coches eléctricos son:

  • Doméstico AC monofásico: 3 kW
  • Tipo 2 AC trifásico: de 3 a 43 kW, la más común en Europa
  • Tipo 4 CHAdeMO DC: 50 kW
  • Tipo 4 DC Combo CCS: (50 kW o más).

Fuente: motor.elpais.com

Redactado: JUAN LUIS SOTO